sábado, 26 de mayo de 2012

¿Y por qué no?

Eso es lo que llevo preguntándome toda la mañana. Se que el marcador del partido de la semana pasada no invita mucho al optimismo, y la calidad de nuestro rival unido al encuentro que ofrecieron los amarillos tampoco. Pero somos el Cádiz, capaz de lo mejor y de lo peor. Apelo al Cádiz de los milagros, ese de las salvaciones épicas, de los ascensos contra pronósticos, aunque no se parezca mucho a aquel Cádiz, sigue siendo el Cádiz, nuestro Cádiz. Invoco al espiritu de Irigoyen, Rovira y Makarty para que obren el milagro. Así estoy un día antes de la actuación en Valdebebas. Posiblemente no haya remontada, pero me niego a pensar a menos de 24 horas que no es posible, aunque el porcentaje sea mínimo a nuestro favor, me agarro a esas escasas posibilidades. De lo contrario no me sentaría delante de la tele mañana por la mañana. De hecho, si no he ido a Madrid, es por el avanzado estado de gestación de mi mujer de nuestro segundo hijo y no quería estar fuera en ese momento. De no ser así, estaría ahora rumbo a la capital de España pese al resultado adverso. Me agarro también a nuestra última visita a Valdebebas que salimos victoriosos. Si, ya se que no tenemos a Pablo Hernández, pero ¿y qué? Y nuestro último partido como visitante a un filial vencimos por 1 a 4 ante el Almería B (que casualidad, ese marcador nos vale para pasar ¿será una señal?). Quien sabe si al descanso nos vamos con un cero a uno, y al poco de comenzar la segunda mitad marcamos el segundo. ¿Por qué no? No tenemos nada que perder por mantener viva la llama de la esperanza, aunque luego el partido de mañana nos de una bofetada en forma de gol madridista. Pero eso, en todo caso y si ocurre, será mañana, mientras, pienso que ascendemos un domingo de mayo. Yo, en cualquier caso, tengo preparada una de mis camisetas del Cádiz para irme a la playa con ella. Si ascendemos, para celebrarlo y si perdemos para lucirla con más orgullo si cabe. Y punto

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